miércoles, 20 de abril de 2016

Mi estrella fugaz.

Recuerdo que fue un momento. Un momento comparable a cuando ves una estrella fugaz. Un momento de luz, eléctrico. Recuerdo que dolió. Propalaba insuficiencia, mas erradicó mis versos más trabajados. Lo odio por ello porque ahora no soy capaz de soñar algo que no sea el rayo de luz de aquel día, porque no puedo pasar por ese rincón sin pensar qué pudo ser de ti. Estrella, fugitiva, ¿por qué te escondes detrás de una metáfora? Porque pasan las horas, los días, las semanas, los meses y sigo sin revivir aquel momento que tanto añoro a sabiendas del pesar que él conlleva. Y no te conozco, pero irradias ganas de romper las paredes y gritar autenticidad a viva voz (estaré loca de remate). Porque las calles de este pueblo desolado son repugnantes, sucias, apestan a monotonía y cumplidos fáciles, pero tú, sin embargo, juraría que deslumbrabas.
Adrenalina y poesía, y recuerdo que fue sólo un momento.
Pero supongo que es difícil ver las estrellas
con las luces encendidas.

domingo, 17 de abril de 2016

Disculpas.

Pido perdón de antemano a quienes sean víctimas
del huracán que llevo en mis entrañas.
Pido perdón a quienes se hayan perdido en mis enigmas
sin poder regresar,
(valientes.)
Pido perdón a quienes han escuchado mis canciones
y a quienes han contemplado mis dibujos
y que aún así traten de descifrarlos sin que se les escape una lágrima.
Pido perdón a los mártires de mis palabras más duras,
a aquellos con quienes compartí una canción
que ahora sólo irradia amargura.
Perdón
y gracias.
Porque a pesar de mis incendios y mi existencia devastadora,
no estoy sola.

miércoles, 13 de abril de 2016

Masoquismo emocional.


En realidad nunca cesó mi añoranza, en ocasiones se levanta de la cama y hace amago de saludar al sol. 
Esta mañana lo ha logrado victimizando los "te quieros", romantizando las infusiones frías por el tiempo y haciendo con ellas estúpidas metáforas aludiendo a aquello que fuimos, que al fin y al cabo, no fue otra cosa más que cenizas perfumadas. He llegado a pensar que quemé las cartas por pura inercia, a sabiendas de que mis impulsos anhelaban releerlas hasta desfallecer. A veces mi corazón pide masoquismo, pide melancolía, pide lágrimas absurdas y absolutamente innecesarias contemplando la muerte de una flor. Hoy quiero motivos para escribir, quiero tormentas, vendavales, sus manos en mi pelo haciendo que estalle la más fuerte revolución.

Y siento, lo prometo, negarme a fingir que mi corazón palpita inexorabilidad,
porque hoy brilla más que nunca.