Escribo.
Tiemblo.
Temo la neutralidad; la ausencia de amor o desamor. De los estúpidos sinmotivos para escribir, para sentir.
Grito.
Sangro.
Sangro desesperación. Y a veces cicatrizo.
Lloro.
Me escondo.
Escapo de la muerte, la monotonía y las canciones vacías.
Suspiro.
Me tropiezo.
Tropiezo en miradas, en labios, en cabellos alborotados, simulando aquella vez que tropecé en tus caricias. (Qué bonito fue caer).
Muero.
Renazco.
A sabiendas de que esto no se asemeja a lo que una vez fue, pero no me importa, ya sabes, al fin y al cabo; las montañas rusas son lo mío.
viernes, 4 de marzo de 2016
Montaña rusa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario